Sueño de color nicotina.


Salí a fumar un cigarrillo. 
Lo he intentado muchas veces y aunque creí que la última vez lo había logrado, no, aún no puedo dejarlo. 
Está muy frío y la noche se presenta con una bruma cargada de fría lluvia en suspensión.
Linda noche para fumar... -, pensaba, mientras busco por mis bolsillos el encendedor que parece se ha bien escondido.
Me alejo un poco del bullicio y lo sigo buscando, - aquí estás- , exclamo aliviado a su tacto y la angustia de lo incompleto se aleja por el corto soplido de mi nariz.
Cruzo determinado por este callejón frio, buscando un poco de refugio, quizá lo encuentre sobre la entrada de alguna puerta muy bien cerrada. Me acomodo en ella mientras cierro aún más el cuello de mi abrigo juntando los hombros a la par.
Me apoyo de costado sobre esta guarida y a los primeros chispazos del encendido, el cigarrillo comienza a temblar, subiendo y bajando presuroso por la punta de mis labios, como si estuviera ansioso por la proximidad del fuego que inicia el rito tan esperado.
Al florecer la llama, se acerca la esperanza.  El abrazo del fuego chamusca y tuesta el seco tabaco, haciéndolo suavemente crepitar, chispea al oído entrenado su música hechicera, mientras aspiro la más dulce y prolongada bocanada tibia de sabor. Y todo se detiene instantáneamente. 

Exhalo.

- Es una noche muy fría... - me vuelvo a convencer y observo el cielo mientras de a poco todo vuelve al solitario ritmo de la normalidad 
-... y de tan fría que está, no podría llover aún si lo quisiera... - reafirmaba en mi filosofía del pronóstico final.
Pues al frío lo siento presente por mis ojos entrecerrados, que traspasa esta humeante barrera, y congela cualquier indicio de humedad al parpadear. También, de momento, la helada intentará quebrar la punta de mi roja nariz con su filoso cincel en cada soplido de mi respirar.
- No, definitivamente no creo que llueva. - pensaba.
Y no lo hará. Por lo menos dentro de los próximos minutos donde disfrutaré del peor de los hábitos que pudiera elegir. O quizás tal vez me niegue a hacerlo por completo hasta que despierte de este magnífico sueño de un exfumador.


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